Mundo

Obliga cambio climático a subir apoyo para África

La pobreza ya arraigada en el continente se agrava con los efectos extremos de sequías, calor e inundaciones

Muchos países pobres en África enfrentan los efectos más extremos del cambio climático: sequías severas, calor despiadado y tierra seca, pero también lluvias impredecibles e inundaciones devastadoras. Los impactos agravan los conflictos y trastocan las formas de ganarse la vida porque muchas personas son agricultores, una ocupación cada vez más vulnerable en un mundo que se calienta.

Los desafíos climáticos están en la raíz de las vulnerabilidades que enfrentan países asolados por conflictos en la región del Sahel en África, tales como Burkina Faso, Chad, Mali, Níger y el norte de Nigeria, dicen los expertos. Adaptarse a estos retos podría costar hasta 50 mil millones de dólares al año, según la Comisión Global sobre Adaptación, mientras que la Agencia Internacional de la Energía calcula que la transición a energías limpias podría costar hasta 190 millones de dólares al año, ambos costos abrumadores para el continente.

Algunos gobernantes mencionaron que las recientes reuniones del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial en Marrakech, Marruecos, serían un “buen lugar para iniciar” una conversación en torno a los retos financieros que enfrenta África y su capacidad para manejar los impactos provocados por el cambio climático.

Sólo un país africano Ruanda ha recibido financiamiento de ese programa: 319 millones de dólares a lo largo de tres años.

Al igual que los líderes africanos, los expertos dicen que el financiamiento al continente para hacer frente a los estragos causados por el clima ha sido insuficiente y especialmente difícil de obtener para países del Sahel que carecen de gobiernos estables y reconocidos, y en los que muchos están encabezados por juntas militares.

Los proyectos de irrigación están entre las formas de adaptarse al cambio climático, pero la violencia está erosionando esas ganancias, ya que debido a ella los agricultores que ya de por sí padecen un menor rendimiento de sus cosechas pasan apuros para tener acceso a sus tierras.

“Además de los niveles extremos de calor y lo impredecible de las lluvias, la inseguridad también nos está afectando porque en muchas ocasiones no tendremos la oportunidad de ir a nuestras granjas”, dijo Ibrahim Audi, de 58 años, que cultiva trigo en el estado de Katsina, en el extremo norte de Nigeria.