El hígado graso afecta a personas con obesidad o a delgados
“Las personas delgadas, pero que tienen pancita tendrían que ver qué está pasando, y quizá realizar pruebas de funcionamiento hepático”
El hígado graso, el cual, por lo regular se relaciona a personas con problemas de obesidad, sobrepeso, síndrome metabólico, comienza a convertirse en un problema de salud pública, si se toma en cuenta que existen muchas personas de complexión delgada quienes también pueden tener esta condición, la cual es asintomática, silenciosa y sólo se comienza a manifestar cuando este importante órgano ya registra cierto nivel de daño.
La doctora especialista en hepatología, Graciela Elia Castro, quien además funge como primer Vicepresidente de la Asociación Latinoamericana para el Estudio del Hígado (ALEH), advierte el riesgo que corre ese segmento de la población quienes creen que por ser delgados no corren riesgo de desarrollar hígado graso.
Hay personas delgadas que tienen hígado graso, lo cual puede verse condicionado por factores genéticos o por condiciones ambientales es decir: una mala alimentación en estas personas que además, tienen una distribución de la grasa diferente.
Si se pesan y miden, precisó, van a tener un Indice de Masa Corporal (IMC), normal, de 24, incluso habrá quienes puedan tener un IMC más bajo y ser más delgados “pero, cuando se hace un estudio de distribución de grasa se puede observar que estas personas tienen la grasa a nivel abdominal y tienen mayor depósito de grasa subcutánea, incluso pueden tener la presencia de grasa visceral, es decir, en todos los órganos internos”.
Esta grasa abdominal, subcutánea y/o visceral se acompaña además de la presencia de resistencia a la insulina, lo cual dará como resultado: tener síndrome metabólico, que son un conjunto de padecimientos como pueden ser: presión arterial elevada, azúcar en sangre elevada, niveles elevados de colesterol, los cuales elevan el riesgo de padecer un infarto y derrame cerebral.
Ante este panorama, advirtió la hepatóloga especialista del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán”, puntualizó que “las personas delgadas, pero que tienen pancita tendrían que ver qué está pasando, y quizá realizar pruebas de funcionamiento hepático”, ya que incluso, mencionó se han encontrado casos de pacientes con desnutrición, en quienes se ha encontrado que también puede tener hígado graso.
En diversos estudios al comparar a personas delgadas con otras con sobrepeso se ha encontrado que las delgadas tienen hígado graso e incluso llegaban más graves a las consultas o con más complicaciones que las personas con sobrepeso y esto se debe a que las personas delgadas no le dieron importancia y por eso evolucionaron sus complicaciones”, alertó.
En este sentido, la doctora Eira Cerda, gastroenteróloga y hepatóloga, subrayó que erróneamente se piensa que la gente delgada está sana y el gordo está enfermo, y muchas veces no es así. De hecho, a veces los delgados enfrentan riesgos cardiovasculares, porque “tiene obesidad visceral central , -la llamada pancita-, o tener intolerancia a la glucosa o dislipidemia familiar o quizá hipertensión”, de ahí la importancia de hacerse revisiones al menos una vez al año con pruebas de funcionamiento hepático.
La doctora Castro Narro recordó que anteriormente el hígado graso, en los años recientes se ha relacionado con la comida rápida que está saturada de grasas, por lo que es fundamental volver a hábitos alimenticios sanos, la práctica de ejercicio al menos 150 minutos a la semana, ya que esta enfermedad puede evolucionar hasta llegar a cirrosis hepática y eventualmente el paciente requeriría un trasplante de este órgano fundamental para el ser humano, al estar relacionado con más de 500 diferentes funciones en el cuerpo.
Advirtió además, que ante el largo confinamiento por la emergencia sanitaria que vive el país hace más de un año, se espera que aumente el número de casos de personas con hígado graso, por el encierro, el sedentarismo y modificaciones en los hábitos alimenticios, de hecho, abundó, “se ha observado un incremento en el número de casos de personas con hígado graso que han tenido COVID-19, lo cual ha ocasionado alteraciones en el funcionamiento de este órgano.
Ante este panorama, ambas hepatólogas especialistas se pronunciaron por acudir a valoración médica y hacer los estudios necesarios al menos una vez al año, así como procurar hábitos alimenticios saludables complementado con la práctica de algún ejercicio de preferencia 30 minutos diarios.
Para la doctora Eira, ante la sospecha de tener hígado graso, sobre todo si se tiene síndrome metabólico, dislipidemia, hipertensión, diabetes, intolerancia a la glucosa, hay que acudir con el especialista y realizar estudios de perfil hepático, porque hay personas que pasan hasta tres o cinco años y ya tienen alteraciones en el funcionamiento hepático o incluso saben que tienen hígado graso pero piensan que no pasa nada, entonces habrá que hacer un ultrasonido u otro tipo de estudios que corroboren si se trata de hígado graso e iniciar un tratamiento, ya que en etapas tempranas, sí hay solución a esta problemática.